Prefacio
domingo, 30 de noviembre de 2008
Cerrando la serie nostálgica..
haciendo lo que cada jueves..
Ese día no existía nada más que pensar en ella,
casi compulsivamente.
Sin planearlo, la melancolía fue metiéndosele lentamente en la sangre.
Su proceso comenzó por la planta de los pies..
El primer síntoma fue un molesto hormigueo que decidió ignorar.
Todo lo veía en sepia, como una foto vieja y mal tomada..
A veces se sentía fuera de foco y con las manos temblorosas,
sin la capacidad de hacer algo más que caminar al mismo lugar,
siguiendo sus propios pasos,
y con los pensamientos de siempre.
Él se dió cuenta que su vida rutinaria no cambiaría...aunque tampoco lo deseaba.
"No me gustan los cambios", se decía continuamente.
La nostalgia no siempre es buena consejera..
domingo, 23 de noviembre de 2008
Just like a dream...
Después de pensarlo un poco, después de haber hecho la cita, y sólo después de haberse dado cuenta que esta vez sí lo vería, Amelia se tomó sólo unos minutos para pensar: "La verdad es que ya no sé qué quiero de él..." Aún así decidió no cancelar la cita y dejar que el rumbo de los acontecimientos le contara una historia, con un final que no aparecía en ninguno de los guiones consultados y se moría de ganas por saber la trama semi completa..Cuando por fin llego el día, él llegó corriendo a su cita, en un foro al aire libre, justo antes de empezar la función. Se veía con un brillo que Amelia antes no había detectado. Estaba vestido con un pantalón de pana, una gabardina a juego y un cuello de tortuga, todo en tonos café..Ella llevaba unos tacones morados, de 10 cm, una falda negra casi transparente, una blusita pegadita a juego con un bra negro con corazoncitos en los tirantes y una gabardina tipo "trench" negra...
Pasaron uno junto al otro casi sin mirarse, pero fue cuestión de breves segundos para que se reconocieran en medio de la multitud."-Amelia, ha pasado tanto tiempo. Quiero besarte apasionadamente aquí, frente a toda esta gente. No me importa nada".
Se dió cuenta que ya no le tenía pánico al sentimiento de "amar" a alguien...sonrió casi imperceptiblemente...Sólo bastaron un par de años huyéndole a eso...Y de pronto, así, sin más, Tristán la dice de manera contundente.
"You
Soft and only
You
Lost and lonely
You
Just like heaven..."
martes, 18 de noviembre de 2008
La mujer ceniza...
martes, 4 de noviembre de 2008
La franca caída libre
Después de su último encuentro fugaz, ya cuando iba camino a su oficina, se descubrió absurdamente enamorada de esos ojos almentrados y las canas interminables. En un arranque de locura cósmica y un orgasmo salvajemente sonoro, resolvió para sí misma que ya no quería compartir su cuerpo con algún otro..sólo con él. El de los lentes raros y la sonrisa tranquila.
Amelia no quería experimentar otros cielos diferentes al que experimentaba en franca caída libre cuando estaban juntos. Ella no quería revelar su nombre, así que siempre le decía "Tristán".
Así pues, decidió que necesitaba tiempo lejos de la ciudad, pues estaba harta de su vida rutinaria. Hizo maleta para tres semanas, buscó los rollos fotográficos suficientes, los blanco y negro eran sus favoritos, y decidió emprender la gira artística anual en busca de la dosis neurológica necesaria para seguir bajo el mismo régimen.
Unos días antes de irse le llamó a Tristán para avisarle que se iba por un tiempo. Él también saldría de viaje, con dos días de diferencia, sólo que su misión era detener activistas agresivos que entorpecían las labores humanitarias para evitar el calentamiento global, o algo así musitó brevemente antes de pedirle una última noche..hasta que el destino volviese a reunirlos en el mismo espacio geográfico.
Pactaron la cita y se vieron en un hotel camino al aeropuerto. Entre besos, caricias y sexo tántrico, Tristán le decía dulcemente al oído: Tengo preparado para tí un baúl lleno de sorpresas. Ábrelo cuando estés por marcharte a tu viaje y estés sola.
Así, Amelia decidió abrir el baúl. Sólo había un papel reciclado con una lista escrita. Eran destellos de deseos que Tristán quería compartir con ella. También era un poco de lo que Amelia le hacía sentir:
1. Selva
2. Cascadas
3. Olor a café recién molido
4. Chocolate en leche, con espuma interminable
5. Hamacas
6. Estrellas fugaces
7. Fuegos Artificiales
Ella, por su parte, le dejó una lista de canciones para que lo acompañara en su misión...canciones que la hacían feliz y sólo por eso le recordaba. Claro, Amelia se llevó una copia para sentirlo cercano durante las noches de su viaje.
Sólo fue cuestión de subirse al camión para descubrir que, durante esas tres semanas ella vería en todas partes esos deseos, sentimientos y señales. Se encontró en medio de la selva, tomando café en Ocosingo y caminando hacia Comitán. Pudo explorar la cascada de Misol- Há y extender los brazos mientras la fuerza del agua cayendo la empujaba hacia las rocas, estando parada en el puentecito que dividía lo real de lo imaginario. Se tumbó en una hamaca en Tabasco, mientras observaba pacientemente el atarceder y espantaba a los fastidiosos mosquitos que estaban empecinados en picarla.
Llegando a Zinacatán, lo primero que recibió al bajarse del camión fue una taza de chocolate en leche, muy caliente. Contrastaba con la neblina que bajaba a la comunidad y hacía la unión perfecta con el café recién molido de la zona. Pensó que después de esto, la lista no podría seguir en el mismo orden. Que ella lo estaba imaginando, así que decidió cambiarse de región..
Siguiendo sus instintos se fue hacia el mar, su amante más antiguo.
Allá descubrió la lluvia de estrellas más maravillosa. La noche fue mágica, no dejaban de caer y casi no había tiempo para pedir deseos entre una y otra. Se sentía acompañada, feliz, parte de un todo y reafirmando su decisión de no estar con nadie más, sólo con su Tristán ¡El que había deseado para ella todo eso!
Se sentía enamorada, con ganas de regresar y verlo. Contarle que había recuperado la fé en el universo y que estaba dispuesta a dar el siguiente paso, ser amantes eternos..Camino a ninguna parte, sintió el deseo de pararse en medio de la calle para gritar a los cuatro vientos que Tristán era un regalo hermoso que tenía poderes mágicos y era capaz de convertir un beso en relámpago y fue cuando los vió: Los más maravillosos fuegos artificiales en un cielo negro y sin nubes. Morados, azules, rojos, amarillos y verdes. Sus tinturas teñían temporalmente el cielo. Amelia no podía esperar para verlo y entre besos descubrir la similitud entre deseos y canciones, detallarle el cumplimiento de la lista de deseos.
Así que se regresó, lo buscó, le escribió y lo llamó. Esperó pacientemente uno, dos, tres días. Sabía que él tenía actividad en internet, aunque no sabía si estaba en la ciudad. Eso no importaba, ella bajaba sus correos casi compulsivamente para ver si le había escrito algo. Pero no. Él no respondió a sus cartas y no atendió a la única llamada telefónica que Amelia hizo. No hubo más explicaciones. Él simplemente desapareció.