Todo comenzó en Barranca del Muerto. Venía de ver una expo sobre lauderos en el Carrillo Gil, con un viaje mental impresionante y unos vinos encima, así que decidí caminar desde Altavista hasta el Helénico, para llegar a Barranca y ahorrarme el taxi hasta casa de Juan, de todas maneras no tenía muchas ganas de verlo. Nuestro último encuentro fue bastante aburrido y descubrí su lado de trova experimental colombiana, cosa que no me prendió ni tres segundos.
Total, venía pensando en que la laudería será mi nueva obsesión cuando lo ví. Él paseaba desparpajadamente por el andén, casi flotando. Tenía un saco color mostaza de pana, con puños y coderas de piel...mmuuuuuy al estilo pseudo intelectual de la Condesa, pero no me importó. Un corte de esos "raritos", muy a la moda..cortitito muy cerca de la cara y larguito hacia el cuello. Se veía muy bien.
Llegó el tren y terminamos en el mismo vagón. Para mi suerte, él estaba prácticamente encima de mí. Agradecí al sobrecupo, pues eso provocó una lejanía casi nula de nuestros cuerpos. No podía dejar de mirarle, estábamos pegados a la puerta del extremo, entre los dos asientos. Junto a nosotros est6aban cinco personas más, sin contar a las que sí se habían podido sentar.
Justo ese día decidí usar una faldita muy corta, de esas que me gustan mucho, botas sin mallitas. "Hace calor" pensé..En el momento del apretujón me sentí desnuda sin ellas, pero cuando sentí sus manos taannn cercanas, la humedad recorrió desde los pies hasta el sexo..dejándolo listo para recibirlo, a él..al chico del saquito de pana.
Pasamos tres estaciones cuando yo estaba ya pegada a la puerta y él frente a mí. Cada vez entraba más gente al metro y los espacios para respirar desaparecían a cada instante. Justo cuando le iba a preguntar si bajaba en la próxima parada me besó apasionadamente. Subí mi pierna, lo cuál le daba libre acceso a mi muslo y a mi sexo húmedo. No pensé en nada más. Lo dejé recorrerme toda mientras la gente seguía entrando al vagón, cada vez más y más cerca todos. Cuando bajé mi mano, me encontré con una erección maravillosamente notoria y grande. Desabroché uno a uno los botones de su pantalón y metí mi mano. Descubrí que usaba boxers de los que me gustan, pegaditos y larguitos..no de señor..sino del "negro del peri"..
No podía pedir mucho más en ese momento.
Saqué de mi bolsa uno de esos condones de empaque blanco y aprovechamos un apagón en el tren, casi llegando al auditorio, para comenzar el cadencioso ir y venir de él dentro de mí y yo encima de él..
Terminamos justo en el Rosario..cuando la gente nos dejó salir fue como si nada hubiera pasado. Nos seguimos con la mirada hasta el paradero de autobuses...Saqué mi ipod, elegí una canción al azar y canté como nunca, como siempre. La gente me miraba raro en el camión y yo no tenía un destino fijo a dónde ir..sólo supe que tenía que seguir.
Sí, la laudería es mi nueva obsesión.
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